Laura Baggio es una de las pioneras de la protección de animales en Córdoba Argentina. Admite que heredó de padres y abuelos el cariño y respeto que siente por ellos. Pero también se aprende, remarca.
Su apasionamiento hacia los caballos la convirtió en una de las proteccionistas más respetadas por policías, jueces y fiscales, quienes la conocen por su persistencia en la denuncia de casos de maltrato. En 1985 empezó como voluntaria en la Sociedad Protectora de Animales Sarmiento. Actualmente es vicepresidenta de esta organización y después de 27 años de trabajo, en abril pasado, creó formalmente su propia Fundación Laura Baggio.
Cuando tenía 6 años ya le daba tristeza ver perros abandonados en la calle y se angustiaba cuando veía caballos maltratados. “A los perros me los quería traer a mi casa. Y me mortificaba cuando veía a un caballo sufriendo por el peso que cargaba en los carros”, recuerda. A diferencia de otros niños, Laura nunca aceptó que sus padres la llevaran al circo. “Porque ahí hay cosas que no son naturales, no es natural que un tigre cruce aros de fuego o que un elefante se pare en dos patas”, advierte.
“Mis padres siempre protegieron a los animales y me inculcaron el respeto hacia ellos. La sensibilidad hacia ellos se aprende y también se hereda”, agrega convencida.
Su padre siempre le contaba que su abuelo Juan peleaba con los que maltrataban a los caballos cuando los carros se usaban como medio de transporte para llevar leche o soda. “Y mi mamá, Angelita, siempre me alentó en este trabajo, sufre conmigo cuando retiro un caballo maltratado y disfruta de mis logros”, señala orgullosa.
Laura es soltera, trabaja como arquitecta en la Dirección de Vialidad de la Provincia y vive con su mamá en barrio Parque Capital.
Reconoce que ha sacrificado muchas cosas por esta causa. “Desde salidas con amigas hasta viajes. Pero no me arrepiento, porque es apasionante y me hace feliz hacer este trabajo. Una de mis amigas, Mirta, siempre me dice: ‘aquí tenemos al ángel de los animales’”, dice divertida.
Ella considera que todavía hay falta de voluntad política para aplicar las leyes de protección a los animales. “Y también está el tema de la responsabilidad de los ciudadanos”, advierte. Laura es partidaria de eliminar la tracción a sangre como medio de transporte.
“Y no sólo por el infierno que padecen los caballos sino también porque trae aparejado el maltrato y la explotación de niños, que tendrían que estar jugando o estudiando”, explica.
Advierte que el calibre del maltrato y la crueldad con los caballos es cada vez peor. “La pobreza no justifica la crueldad. No estoy en contra de los carreros sino de los métodos de tracción a sangre. Es una problemática social que requiere una decisión política y una solución integral”, aclara.
Laura confiesa que le produce impotencia e indignación cuando hay un animal maltratado en la calle. “Cuando retiro un despojo de caballo me produce impotencia, tratamos de recuperarlo pero después cuando veo que sonríen con la mirada y reciben nuestra mano con una caricia como si fuese el regalo más preciado, me reconforta”, dice.
La proteccionista señala que lo que más le costó hacer en estos años fue convencer a los fiscales y a los jueces de la gravedad de los casos de maltrato. “Hay abogados que presentan casos de asesinatos, violaciones y obviamente son casos graves, pero el maltrato contra los animales también lo es. No pretendo que sean sensibles sino solo que apliquen la ley”, finaliza.