El pasado domingo 28 de Agosto, en punto de las 15:00 horas, activistas de diversas organizaciones nos reunimos en el zócalo de la cd. de Puebla para exigir a las autoridades la cancelación de la corrida de Toros que se llevará acabo el diá de hoy 3 de septiembre en la Plaza de Toros el Relicario a beneficio de los desayunadores del sistema estatal del DIF, al tiempo que se invitó al publico en general a no asistir a este acto vergonzoso.
Las organizaciones protectoras de animales y la sociedad poblana pedimos a la Sra. Liliana Ortíz de Rivera desistir de hacer uso de un acto no ético y carente de valores (una corrida de Toros), y que en su lugar se realice otro tipo de eventos congruentes con su causa.
Los activistas prentendemos concientizar y educar a la población acerca de la verdad que hay detras de la tauromaquia y de la crueldad que viven los toros, seres vivos e inocentes con toda la capacidad de sentir miedo y dolor, y que no entienden el porque son torturados lo cual agrava su sufrimiento. ¡No hay nada de artistico ni creativo en matar y destruir una vida!
Aquí le dejamos un breve resumen para que conozcan y se den cuenta de que la tauromaquia lejos de ser cultura es simplemente un negocio que promueve la violencia y la perdida de valores.
Las corridas de toros son un espectáculo en donde celebran la tortura y muerte de un hermoso y pacífico hervívoro.
24 horas antes del cruel y salvaje espectáculo, el toro ha sido sometido a un encierro a oscuras para que al soltarlo, la luz y los gritos de los espectadores lo aterren y trate de huir saltando las barreras, lo que produce la ima?en en el público de que el toro es feroz, pero la condición natural del toro es huir, no atacar.
Le recortan los cuernos, le cuelgan sacos de arena en el cuello durante horas, lo golpean en los testículos y en los riñones, le provocan diarrea poniendo sulfatos en el agua que bebe para que llegue débil y desorientado al ruedo, le untan grasa en los ojos para dificultar su visión y en las patas una sustancia que le produce ardor y le impide mantenerse quieto para no deslucir la actuación del torero.
Si el torero percibe que el toro embiste con mucha energía, ordena al picador hacer su trabajo: Consiste en desangrar al toro para debilitarlo, clavándole en el lomo una lanza que destroza los músculos trapecio, romboideo, espinoso y semiespinoso, serratos y transversos del cuello, lesionando además vasos sanguíneos y nervios. Un solo puyazo podría destrozar al toro, por eso se hace en tres tiempos, “para mayor goce de la afición”.
Las banderillas aseguran que la hemorragia sigua, intentan colocarlas justo en el mismo sitio ya dañado con los ganchos de metal, el gancho se mueve dentro de la herida con cada movimiento del toro y con el roce de la muleta, el peso de la banderilla tiene precisamente esa función, prolongar el desgarre y el ahondamiento de las heridas.
La pérdida de sangre y las heridas en la espina dorsal impiden que el toro levante la cabeza de manera normal, y es cuando el torero puede acercarse en una celebración de bravura y machismo, enfrentándose a un toro exhausto, confundido y moribundo.
El toro es atravesado con una espada de 80 cm de longitud que puede destrozarle hígado, pulmones, pleura, etc. según el lugar por donde pentre en el cuerpo del animal. Si el toro corre con suerte muere de una estocada, pero no como se piensa de una estocada al corazón sino que la espada penetra pulmones y diafragma, a veces una arteria mayor, y de ahí la hemorragia que se aprecia en la naríz y boca, a veces mueren ahogados en su propia sangre.
El toro en un intento desesperado por sobrevivir, se resiste a caer, y suele encaminarse penosamente hacia la puerta por la que lo hicieron entrar, pero entonces lo apuñalan en la nuca con el DESCABELLO, otra larga espada que termina en una cuchilla de 10 cm.
A pesar de estos horribles tormentos, el animal no suele morir de inmediato por su gran fuerza, pero finalmente cae al suelo por tener destrozados sus órganos internos. Entonces lo rematan con la puntilla de 10 cm con lo que intentan seccionarle la medula espinal, a la altura de las vértebras atlas y axis.
El toro queda así paralizado, sin poder siguiera realizar movimientos con los músculos respiratorios, por lo que muere por asfixia, muchas veces ahogado en su propia sangre que sale a borbotones por boca y nariz.
Después de que le destrozan las vertebras, el toro pierde el control sobre su cuerpo desde el cuello hacia abajo, sin embargo hacia arriba se mantiene intacto por lo que está consciente de todo el horror, de como lo mutilan y finalmente de como es arrastrado fuera del ruedo.